martes, 17 de mayo de 2011

Noche de Sabado.


Sebastián siempre que podía seguia lo que sus instintos le dictaban. Pocas veces los reprimía, los ocultaba...

...Y ese era justo el momento. Sentados en una ronda en la habitación de Nadine y Alexz, Thomas, Xavier y Sebastián sabían que estaban incumpliendo las reglas ¿Pero como no hacerlo? La tentación era demasiado grande como para dejarla pasar, y ninguno de los cinco estaban dispuestos a pasar una noche aburrida un sabado lluvioso. Sí los profesores no eran capaces de irrumpir su diversión, mucho menos el clima.

No estaban tomando, no estaban fumando... Era una noche extraña para las acostumbradas reuniones que solían hacer los fines de semana. Se estaban divirtiendo sanamente, comiendo comida basura, con música a un volumen que no llamara la atención y jugando al Poker.

— ¿Han pensado qué serán al salir de acá?

Cuatro pares de ojos se centraron en Nadine, quien al tener la completa atención de sus amigos, se ruborizo. Soltó las cartas boca abajo para que no se viera su juego y se expreso con seriedad.

—Sé que faltan dos años para que nos graduemos... Pero, no lo sé. Hace días que la idea esta en mi mente e incluso no me deja dormir.— Soltó un suspiro.— ¿Lo han pensado alguna vez? No conocemos lo que es el mundo, al menos no creo que lo hagamos. Toda nuestra vida fue dentro de este internado... Y sí seremos lo que nos dicen, entonces no seremos nadie.

— ¿Por qué ahora?— Thomas se veía confundido al igual que Xavier, pero tanto Alexz como Sebastián parecían tan preocupados o más que la propia Nadine. Obviamente, todos lo habían pensado, pero aún les quedaba tiempo para meditarlo... ¿Por qué les quedaba, no?

— El Sr.Nazca ha estado hablando sobre que es muy probable de que los hijos suelan seguir los pasos de sus padres, que por más que no lo deseen es inevitable. Sé lo que fueron los míos, y no quiero seguir sus pasos.

—Y no los seguirás, Dine. Estoy seguro que a lo que se refería era a más que nada las adicciones, a la forma de pensar cuando no se tiene un apoyo. Hace años que no vemos a nuestros padres, las posibilidades de que sigamos sus pasos son una en un millón...

El silencio reino la habitación. Sebastián abrió la boca varias veces para agregar algo, pero la verdad era que no sabía muy bien que decir. A él también le aterraba terminar como sus padres, pero estaba seguro que no sucedería... O, al menos, él se esforzaría en no caer. No descartaba la posibilidad de algún día usar el alcohol para escapar de los problemas, porque de hecho, ya se refugiaba en esa excusa para escaparse del Internado los días que se anunciaban fiestas.

Pero todos eran distintos, personas con valores, no tenían porque seguir los erroneos pasos de sus padres. Quizás, sí, no deberían soñar demasiado con el hecho de llegar a ser grandes empresarios, pero sí podían soñar con una familia y un salario minímo. Futuro tenían.

Aún así, el ambiente quedo tenso, las cartas se perdieron en un juego de hacía mucho tiempo, las risas parecía ser un vals del siglo XVII, y la diversión algo ajeno.

Un sábado, un fin de semana que podría haber estado lleno de risas, juegos y bromas...Un sábado que se había convertido en una junta de reflexión, de dolor, de pensamientos temerosos y de sueños rotos.

LuchyFranco.

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