domingo, 9 de enero de 2011

Mundos


Para Sebastian era complicado quedarse un día sin hacer nada, los médicos le habían regalado un día libre. Un día sin médicos, sin medicinas, sin actividades. Un día de libertad. Quizás, para una persona menos activa, la idea le habría fascinado; pero Sebastian no tenía ningún deseo de quedarse tirado en la cama boca arriba admirando las grietas del techo.

El jardín, un lugar descampado que pocos pacientes tenían la libertad de disfrutar sin seguridad. Por suerte, él era uno de ellos. Con su cuaderno de vida bajo el brazo, busco el perfecto árbol para poder derrumbarse bajo de él y disfrutar de su lectura. No fue complicada la búsqueda, y pronto su espalda estaba apoyada en el tronco de un árbol de cerezos.

Un día precioso, primaveral con un cálido sol iluminando las distintas flores que decoraban el mullido césped. Un paisaje hermoso que nadie creería que perteneciera a una clínica psiquiátrica.

Sebastian abrió su cuaderno en la última página que había escrito, tomo la lapicera que siempre estaba atada a ese cuaderno, y pensó. Pensó en muchas cosas, pero no se decidió a escribir hasta ver una mariposa volar sobre él, con sus alas multicolores y su vuelo en zing zang.

Cuantos mundos diferentes ¿No?, Sebastian comenzó a meditar, los cinco reinos tenían su encanto, pero solo uno era el que él adoraba.

El de los insectos, el de los bichos que volaban y gozaban de libertad para poder apreciar todos los reinos de la naturaleza. Aquellos, que a pesar de vivir poco, disfrutaban la vida como ningún otro.

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