martes, 12 de abril de 2011

Juego de Azar


"El secreto tras una victoria consiste en no volver a jugar. Hay que saber levantarse de la mesa en el momento oportuno. "
Federico Moccia

Y miras a lo lejos como se pierde en el abismo. Lloras por esas palabras que te hirieron, pero que jamás se dijeron.

Te duele, el silencio de los sentimientos a las altas horas de la noche. Te arrepientes de las noches en vela bajo sus sabanas.


Aún así, no dejas de seguirle el paso, aunque ahora solo sea una imagen borrosa, indefinida a la distancia. Incluso podría ser cualquier otra persona, no puedes asegurarlo. Pero crees saber quien es, crees que lo puedes reconocer en cualquier lado y situación. Sabes quien es.


Aunque la oscuridad haya invadido las calles, aunque la lluvia te haga temblar de frío y aunque el viento te arrastre sin un destino, no quieres irte de allí. Deseas, pides al cielo, ruegas al mundo, que él se apiade de tí y vaya a por ti como siempre lo había hecho. Suplicas y hasta te humillas, pero él no vuelve... Y muy dentro tuyo, entiendes que jamás volverá.


Derrotada, dando lastima por las calles que alguna vez fueron iluminadas por tu luz, te quedas allí aovillada, queriendo que la tierra te trague o que el cielo te pida en prestamo por un tiempo. Crees que no sientes nada, pero lo cierto es que el dolor se ha hecho tan grande que es una emoción común para tu cuerpo.


Debes admitirlo, es ahora cuando debes entender lo que sucedió. Pudiste levantarte con grandeza, pudiste salir de la situación como una Lady cuando fue el momento, pero lo dejaste pasar y él, que tonto no es, lo aprovecho y te aplasto. Es tu culpa, de nadie más. No de él, no de los hechos, no del trabajo, no de la familia.

Tuya, tuya, tuya, tuya, tuya. Tuya. Simplemente, tuya. Porque pudiste, pudiste salir sin problemas, pero no supiste hacerlo y ahora pagas las consecuencias.


Luchy Franco.

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