domingo, 5 de diciembre de 2010

Un ángel llora


I- Lágrima Congelada.
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Behati se sentaba todos los días en la ventana de su departamento en el quinto piso. Al principio lo hacía para esperar, pero con el tiempo se convirtió en una costumbre. Pasaba horas, días, primaveras, hasta años allí. Behati se sentaba a mirar a la gente pasar esperando a que alguien especial llegará. Pero eso no pasaba.

Behati había sido muchas cosas, una joven hermosa, bondadosa y; que como cualquier niña a su edad, había tenido sueños. No habían estado lejos de cumplirse, claro que no. Había tenido una adolescencia genial, y dos años universitarios muy buenos. Había vivido de fiesta, buenas clasificaciones y había encontrado a su novio ideal. Pero la vida se lo había servido todo en bandeja de plata, y Behati no estaba preparada para una vuelta de tuerca.

Encontrar a su otra mitad le había costado más que nada; peleas, gente que quería separarlos, celos, problemas financieros. Y justo cuando todo iba bien, llego la guerra. Ninguno de los dos había contado con ese daño colateral; desde entonces Behati ya no era la misma.

Jamás olvidará aquel día, esa mañana de primavera donde hacía más frío que en invierno. Behati se había cubierto el cuerpo con la vieja chaqueta del colegio de Nathaniel mientras él le preparaba el desayuno. No olvidará ningún detalle por el resto de su vida. Eran las diez de la mañana y se estaban riendo por un chiste infantil cuando se oyó un golpe en la puerta de entrada. Las sonrisas habían desaparecido, y Nate detuvo a Behati para ir él a abrir la puerta y saber quien era. Ella no lo resistió desde atrás de él observo todo con atención. Aunque Nate se había asegurado de que la charla se mantuviera en un tono silencioso, Behati pudo descifrar entre líneas; allí, ni más ni menos, se encontraba un hombre de al menos unos treinta años uniformado que le estaba tendiendo un sobre a su novio.

Ese día se la paso llorando sobre el pecho de Nate; una semana después ella se encontraba en la ventana del living de su departamento en el quinto piso, saludándolo mientras él abordaba en el micro militar.

Él le había prometido que volvería a su lado, ella le había jurado que lo esperaría todos los días. Aún así, Behati no era tonta y escuchaba las noticias; la guerra estaba ocasionando destrozos y ella no recibía noticias directas que le confirmarán que él estaba bien. No perdió todas las esperanzas, y siguió mirando por la ventana para ver cuando llegaba.

Y los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, los meses en estaciones y las estaciones en años. Behati había cambiado, ya no era la misma joven alegre que todos había conocido en el bachillerato. Ella ya no encontraba nada bueno en el mundo, no flores, no sol, no ríos, no vida. Todo se había congelado a su alrededor, y con el tiempo se fue enfermando por el dolor. Pasaba los días encerrada en ese departamento, que con el tiempo perdió su encanto y parecía una cueva fúnebre.

Pasaba el tiempo con un cuaderno en la mano, nadie sabía lo que escribí en él, pero Behati no separaba la lapicera de las hojas.

Sus padres no sabían que hacer, sus amigos habían perdido las esperanzas. Behati solo lloraba, quería volver el tiempo atrás y detener la guerra. Quería, más bien le exigía al mundo, que Nate volviera a su lado y que nada los hubiese separado. Tenía el corazón destrozado, no creía que Nate cumpliera su promesa.

No fue decisión suya, no fue de nadie. Pero un día ya no pude levantarse de la cama, no pudo acercarse a la venta y esperarlo como había jurado. Behati estaba destrozada, a vista de todos era un ángel llorando, muriendo de apoco, consumido por el dolor.

Behati, había sido muchas cosas. Cosas buenas, más que malas. Behati había amado a Nate como nadie lo había hecho en la vida, pero el precio por ello era caro y cuando menos se lo esperaba, sus ojos finalmente se cerraron.


Código: 1012037989899
Luchy Franco

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