sábado, 22 de mayo de 2010

Casualidades Fugases

Una lágrima de sangre y otra que se seco.

Vivir mediante lo que los demás esperan, suele hacerte perder la vida como si se tratará de algo sin sentido. Pero es aún peor cuando te das cuentas que todo lo que te habían hecho creer en ese tiempo era una mentira, que tu familia y amigos eran una farsa. ¿Cómo escapar de ello cuando te enteráis de que se rieron de ti todo este tiempo? ¿Cómo haces si justo lo entiendes cuando estas frente al altar?

Correr, corre es la opción más fácil y la única salida. Dejar todo atrás, crear una vida que no sabías que existía, comprender que no eres la única con problemas. Y allí aparece él. Lo miras, lo amas, lo sientes, pero el tiempo te separa. No te das cuenta de lo cerca que esta de ti, te cuesta comprender que alguien al fin te quiere por lo que eres y no por lo que aparentas.

Lo has perdido todo, es comprensible, pero él aún así se esfuerza en estar allí, a tu lado. Quiere pasar cada segundo a tu lado, pero lo alejas. Temes que te rompa el corazón como muchos lo han hecho, corres porque es demasiado perfecto para ti.

Y todo es una excusa, tu lo sabes más que nadie. Le correspondes, lo necesitas para criar a una criatura que quieres adoptar, necesitas que él sane esas heridas que a pesar del tiempo siguen abiertas.

Lo aceptas, te cuesta, pero lo haces al final. Le temes al matrimonio, pero no importa sí es con él con quién pasarás el resto de tu vida.

Los años pasan y crees en la perfección, vuelves a confiar en ti misma y cumples tus sueños. Todo es perfecto, estas en medio de esas familia que siempre deseaste...

... hasta que el pasado vuelve para atormentar tú futuro. Allí caes, tienes con quién, pero aún así no lo soportas. Y dejas, nuevamente, de creer en todas las mentiras de la felicidad que alguna vez te predicaron.


Porque todos sabemos que no existen los finales de cuentos.

Luchy Franco.

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