miércoles, 2 de diciembre de 2009

Un Hada En Mi Ventanda



No estoy seguro si debo contarles esta historia, temo que no me crean, pero lo que les contaré es verdad… aunque no lo crean.

El lunes primero de septiembre me encontraba como de costumbre recostado en mi cama con la vista fija en la nada. Mi hermano jugaba junto a mí con sus juguetes y mis padres estaban discutiendo en la cocina; nada extraño hasta el momento, sólo mis pensamientos.

Nunca había creído en el amor o en algún sentimiento parecido, en mi opinión todo era demasiado trivial, la vida me lo demostraba. Podía respaldar mis pensamientos con hechos, mis padres eran un ejemplo: su relación era totalmente carnal, no había nada mas que sexo y dinero de por miedo, eso era lo que los ataba, nada de amor ni cariño, así es el mundo.

Por años me había creído capaz de poder vivir como ellos, pero por alguna razón que desconozco hoy mi mente se negaba a pensar un futuro parecido al de ellos, no quería fingir una sonrisa cada mañana cuando tuviera que ver el rostro de una persona que no quería, no quería tener relaciones con una extraña, pero lo mas importante no quería desperdiciar mi vida.

Me arrodille en mi cama y mire por la venta que daba al jardín de la casa, todo estaba muy silencioso, el viento se encargaba de mover las copas de los árboles, la luz de la luna alumbraba las pequeñas flores de cerezo que había en ellos, y el inicio de la primavera despertaba a los pequeños capullos de flores que había abajo mi ventana.

Unas luces curiosas flotaron en el aire frente a mis ojos, me quede estático al verlas, las luces se dirigían hacía abajo. Le eche una mirada a mi hermano que seguía entretenido, por lo que no se enteraría de mi ausencia.

Abrí la ventana y salí de la habitación silenciosamente, como si me estuviesen esperando las luces seguían debajo de mi. Camine por el tejado y me deje caer al piso cuando encontré una parte mas baja. Al llegar las luces volvieron a dispersarse.

Corrí tras ellas hasta llegar al árbol de cerezos más grande del jardín. Muchas lucecitas de colores llegaron de diferentes direcciones y se juntaron hasta formar una figura humana frente a mí. Era fácil reconocer que la figura le pertenecía a una mujer, esbelta de cabello largo y orejas de puntas.

Parpadee varias veces no creyendo lo que mis ojos veían, entonces tan rápido como un parpadeo las luces tomaron la forma de la mujer que antes describían.

Mis ojos empezaban a arder, pero no podía permitirme cerrarlos, estaban impresionados con lo que veían. Esa mujer sin duda era la más hermosa del mundo, sus ojos de un extraño lila, su cabello tan rubio y brillante, pero lo mas impresionante de todo eran sus orejas, largas y terminadas en punta. Tenía un brillo singular, capaz de opacar a cualquier estrella de la galaxia.

-¿Me deseas?- pregunto. Negué con la cabeza siendo conciente de que no encontraría mi voz- ¿Me amas?- pregunto.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, como si hubiese descubierto mi más preciado secreto. Sin pensarlo dos veces asentía nuevamente con la cabeza.

-Yo también- se limito a sonreírme- Desde hace mucho- dijo con una melódica voz, de acerco a mi cortando la distancia que nos separaba- ¿Sabes porque me amas?- sin dudar negué- Por que yo hacía lo desee, por que no creías en mi.

Esas fueron sus últimas palabras antes de posar sus labios sobre los míos y desaparecer del mundo, que yo creía hasta el momento, solo era trivial.


Luchy Franco.

1 comentario:

CarisWestenra dijo...

Siempre he pensado que las hadas, apesar de ser las buenas de los cuentos, siempre han sido crueles. Te conceden tus deseos a un coste enorme. Y como dice un dicho, Los dioses castigan a los mortales concediendoles sus deseos, con las hadas pasa lo mismo.


Hasta el crepusculo, guapa...^^