La principal, y hasta se podría decir la más patética, pasar el día en la cama, comiendo todo lo que en una semana no probo. A una persona que le preocupa tanto su peso, la perspectiva se ve fatal.
A eso sumarle que pasará el día acostada en la cama, con la computadora y la televisión al mismo tiempo.
Pero todo eso que a simple vista parecía ser un gran día, de descanso y relax, se convirtió en un día de total depresión. Con la lluvia de fondo, la ansiedad de que debería llegarle la regla y la maldita obsesión de extrañar a una persona a la cual no ve desde hace de menos de veinticuatro horas.
El ser cambiante de ánimos se le daba muy bien, y la depresión solía ser su favorita. Podía pasar horas llorando al recordar buenos y malos momentos junto a él, horas imaginando formas de verlo en aquel día pero que a su vez no se animaba a ofrecerle o siquiera hacer ella por si misma.
Y la situación permaneció triste. No lo vio, lloro por él y en su cama se quedo...
... sumándole la histeria de que Andrés aún no llegaba y el pensar en la dieta que debería hacer al otro día.
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